Crónica del concierto de ARDE BOGOTÁ en Guadalajara (01/04/2022)
“Arde Bogotá, Arde Guadalajara”.
En la noche del viernes, “cuatro tíos de Murcia que hacen música” -tal cual les gusta definirse-, iniciaron su gira “Vibra Mahou” (que les llevará por 17 enclaves nacionales), en la sala Óxido de la ciudad de Guadalajara, que casualmente celebraba su decimoséptimo cumpleaños. La temperatura era gélida en el exterior y el emplazamiento de la mítica sala, en un polígono industrial y alejada del núcleo urbano, no favorecerían en un principio la asistencia masiva para ver a una banda de rock de reciente andadura. Pero lo de “Arde Bogotá” es otra historia. Con tan solo un EP “El tiempo y la actitud” (2020) y un LP de 10 cortes “La noche” (2021), se han convertido en el grupo revelación del rock del que todo el mundo en la escena musical habla y que todo el mundo quiere ver. Tales eran las ganas, que la sala ya estaba casi abarrotada antes siquiera de que su telonero, el artista urbano Barry B, saltara al escenario. Y cuando lo hizo, desplegando ritmos hip hop y trap con una potente base electrónica y una contundente guitarra, la parroquia asistente comenzó a calentar motores para lo que se venía después.
Porque nada más salir y comenzar los acordes de su enérgica “Cariño”, los de Cartagena conectaron mágicamente con el público. Un público natural de la ciudad alcarreña, pero también venido de localidades cercanas como Alcalá o la capital madrileña. Porque lo que han conseguido “Arde Bogotá” en tan poco tiempo es algo que, como nos confesaron en la entrevista previa, “no esperaban jamás”. Así nos lo comentaba Antonio, la carismática voz del grupo, al reconocer que se sienten muy cómodos en las salas, en la distancia corta con la gente a la que le gusta mucho su música, a los que meten “en una olla a presión”.
Y no podía ser más acertada la definición porque el directo de esta banda es potente, perfectamente engranado, adrenalínico y adictivo. Una contundente batería, unas guitarras de sonidos atmosféricos y punzantes y la rasgada voz de su cantante dan por resultado una música con entidad propia.
Sus temas más reconocibles y emblemáticos se sucedieron uno tras otro, sin casi respiro, y la comunión músicos-público fue tan fácil de conjugar como apretar un botón. Con un aforo a rebosar de un público de bastante más edad que los propios miembros de la banda, curtido en festivales y directos, degustador del “punch” del rock en directo, todo transcurrió tal cual cabría esperar de una banda con muchos más años de trayectoria.
Estos chicos suenan y tocan muy, pero que muy bien. Tienen un líder que se transforma en un desenfadado y descarado “frotman”, que se metió en el bolsillo a los asistentes favoreciendo por momentos el coreo masivo de los siempre socorridos “ohhh-ohhh-ohhh”, al tiempo que llegó incluso a mezclarse entre el público durante un tema, en aras de sentir esa conexión de la distancia corta que tanto le gusta.
Sus temas “Antiaéreo”, “A lo oscuro” o “Abajo” desataron la pista, en especial en las primeras filas, en donde los cuerpos subían y bajaban en una maraña de brazos levantados. Pero fue hacia el final, con su elegante, melancólico y precioso tema “Exoplaneta”, cuando la banda alcanzó el culmen para poner un broche perfecto a una noche que a pesar del frío exterior tornó en ardiente y vigoroso fuego en el interior de la Óxido. Y es que los de Cartagena, como Antonio nos reconoció, se toman esto con mucha honestidad, “transmitiendo emociones muy potentes que se convierten en música bastante fuerte, de una epicidad relativamente grande, y con un gusto por hacer las cosas con un golpe de tremendismo”. Muy acertada definición para lo que es una gran banda de rock, cuyo espacio natural son los directos como el que anoche nos regalaron.
@fernando_cobo