Crónica del concierto de Chk Chk Chk en Madrid (11/12/2019)
Chk Chk Chk en Madrid: Hedonismo en la pista de baile
El pasado 11 de diciembre concluyó el ciclo de conciertos “Fetén” con la actuación de Chk Chk Chk en la sala Shôko. La banda americana presentaba su reciente octavo álbum “Wallop” para Warp, el sublime sello disco discográfico inglés responsable de algunas de las obras de Aphex Twin, Boards of Canada o Autechre que, por cierto, acaba de cumplir treinta años de gloriosa actividad en la edición musical. Pasadas las ocho de la tarde y con una sala semivacía, salía a escena RRUCCULLA, nombre artístico de la bilbaina Izaskun González. Su última propuesta electrónica que responde al nombre de “SHuSH”, y que ha contado con la bendición de la web musical Pitchfork, bebe de la experimentación y del jazz vía improvisación. Tímidamente, Izaskun se desplazaba de un lado a otro del escenario lanzando bases electrónicas desde su portátil que acompañaba con fraseos de batería. La conjunción de la percusión orgánica con los samples electrónicos. No es una propuesta excesivamente original, pero funciona en su vertiente marciana y supuso un correcto teloneo a la banda protagonista de la noche.
Chk Chk Chk llevan dos décadas de ejercicio (nunca mejor dicho, a juzgar por cómo se las gasta su excéntrico líder sobre el escenario) y su estilo musical ha virado en los últimos tiempos hacia la bola espejada sobre la pista de baile conservando el punch o el “Wallop” (bofetada) de sus inicios, cuando lideraron el renacer de la música eléctrónica con maneras del punk y elementos del funk a principios de siglo. Un cóctel anfetamínico que propulsó a formaciones como Rapture, Liars, Radio 4 o LCD Soundsystem. Tras el impactante “Louden up now” de 2004, el grupo de los tres signos de exclamación o de las tres onomatopeyas, ya asentadas popularmente como Chk Chk Chk, han entregado discos que, o bien mantenían el tipo reflejando las nuevas incorporaciones y sonidos asumidos por la banda (“Thr!!!er” (2013), o este último “Wallop”), o transmitían punto muerto, hastío y repetición de patrones (“Shake the shudder”).
Para la puesta de largo en Madrid de “Wallop”, el grupo de Nic Offer comenzó con temas de su última publicación: “50 Million”, corte de letra irónica sobre el precio por el que supuestamente todo humano podría llegar a venderse. Le siguieron dos temazos del “Wallop”: “Couldn’t have known” y el single perfecto, luminoso y adictivo de “Serbia drums”, ideal como banda sonora de fondo para un día de playa. Para entonces pudimos ver las maneras saltimbanquis de Nic Offer y su entrega a la causa, se subió a la barra lateral de la sala y bajó a la zona donde el público bailaba y coreaba “We could’ve all turned out to be / Like we plotted and schemed / Why does it feel empty anywaaaaay. Tras el frenesí, bajaron las revoluciones y la intensidad con “Slow Motion” y, vuelta al nervio funky, con “Dancing is the best revenge”. Con otra de las cumbres dance del último disco, “This is the door”, se lució y brilló la vocalista Meah Pace, una de las últimas incorporaciones al grupo, un vozarrón que retrotrae a las mejores voces “negras” de la edad de oro de la fusión del funk en ambientes discotequeros entre los 70 y 80 del siglo pasado. El concierto llegaba a su recta final e interpretaron “All my heroes are weirdos” de su segundo disco y “Slyd” del “Thr!!!ler”. En definitiva, Chk Chk Chk han pasado por varias ciudades de España para presentar uno de sus mejores (últimos) discos y, en Madrid, llenaron la sala Shôko. Un concierto que ofreció la cara más esperada del grupo, la hedonista y bailonga. Sudor y contoneo electrónico y orgánico que también miró al pasado y al momento inicial del grupo cuando demostraron suma capacidad en la creación de melodías angulosas, agresivas y serpenteantes.
Texto: José Martín S
Fotografías: César Gómez Veiga