“Toundra, tempestad eléctrica en Madrid”.
El pasado 15 de Noviembre la banda madrileña TOUNDRA presentó en La Riviera su último disco dentro de un concierto doble organizado por el Festival Tomavistas. Aunque la noche de otoño se notaba gélida, los belgas IT IT ANITA comenzaban a calentar al personal en el interior de La Riviera en función de teloneros con sus maneras noise y sonido punk rock. Suenan a mil cosas del pasado, pero en directo defienden su repertorio con dignidad y un sonido agresivo con el que es fácil conectar. Forma y fondo en sintonía. Un buen umbral previo al buldócer sónico de Toundra.
Hablar de post rock y de Mogwai o Explosions In The Sky para etiquetar a Toundra ya es un lugar común y una obviedad que comienza a aburrir. Con cinco discos publicados hasta la fecha, una presencia escénica consolidada y poderoso sonido instrumental en los directos, el grupo de Madrid se ha alzado sobre muchos de sus referentes musicales y, si se me permite la pseudo licencia poética, en su década y pico de existencia vuela ya libre y singular en un atardecer tormentoso dentro y fuera de España (ejem), pues han tocado en más de 20 países; triunfan en Alemania (de hecho, el título de su último disco, Vortex, hace alusión al nombre de una sala en la localidad alemana de Siegen, donde cada vez que dan un directo rompen el aforo de público); junto a El Niño de Elche crearon Exquirla, un interesante proyecto de fusión entre el rock y el flamenco que habría encantado a Enrique Morente; y, para terminar mirando al futuro con un dato que confirma que hay Toundra para rato, no van a parar de dar directos hasta mayo del 2019 mínimo.
El espectáculo de Toundra duró hora y media con bises y contó con una puesta en escena de luces inquietas con predominio de rojos, azules y verdes. Comenzaron con los temas de su última publicación, la desgarradora “Cobra” y “Tuareg”, cuyos momentos de intensidad permitieron que el guitarrista, Esteban, probablemente el más simpaticón y sociable del grupo en lo que a los directos se refiere, comenzara a contonearse como un muelle en una serie de ejercicios que un osteópata jamás recomendaría que hicieras en casa sin asesoría del músico.
El grupo no se limitó “a peinar” los temas de “Vortex” y el directo pedía una parada obligatoria a su repertorio pretérito, los discos titulados con números romanos progresivos. Llegaban los turnos de “Bizancio” y de “Kitsune”, que se adaptaría a la perfección a las imágenes de una road movie fronteriza. Tras ella, el crescendo y las cuerdas de “Ara Caeli”, el tema que abrió hace seis años el disco Toundra “(III)”. Después, vuelta al publicado en 2018, “Vortex” con las neblinas eléctricas previa a la metralla de “Kingston Falls”, los riffs en espiral de “Magreb” perteneciente al álbum “(II)” y “Oro rojo”, el single que contaba con un bonito y psicodélico video de animación de naturaleza y bosques en llamas para rematar antes de los bises con “Mojave”.
Pasaban las once y media de la noche y al salir de La Riviera llovía en modo tenue. Y es que, dice el refranero que tras la tempestad siempre viene la calma. Calma que durará aquí en Madrid, como mínimo, hasta la próxima visita de Toundra a su ciudad natal.
José Martín S.
Fotos Adrián Yuste.