Montesco y Las Dianas en la Wurlitzer de Madrid

Crónica de una noche vibrante con Montesco y Las Dianas en la Wurlitzer de Madrid

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Montesco y Las Dianas en la Wurlitzer de Madrid

Crónica de una noche vibrante con Montesco y Las Dianas en la Wurlitzer de Madrid

 

Mazo Madrid está con los madrileños desde hace cinco años ya, consolidándose como uno de los eventos musicales de propuestas emergentes en comunión con figuras consolidadas del panorama internacional. Tiene la complicidad de salas como El Sol, Clamores, Wurlitzer, La Riviera o Copérnico, en donde este año casi 80 artistas, mayoritariamente de corte independiente, han pasado o pasarán por ellas.

Este ciclo de conciertos, que empezó el pasado 8 de julio, tendrá continuidad hasta comienzos de 2026; y se está reservando aún a The Magnetic Fields y Bikini Beach —en el plano internacional— o Bum Motion Club y Vecinos —en el nacional—, entre otros.

Llegué el pasado viernes a la sala Wurlitzer de Madrid al filo de las diez de la noche. Se daban cita dos bandas comandadas por mujeres: Montesco y Las Dianas. Cada vez son más los conciertos a los que acudo donde se ve este hermanamiento sobre el escenario.

Si bien las primeras se aseguran el resultado final en las figuras masculinas de Jorge Gándara a la batería y Arnau López a la guitarra, su principal bastión es tricúspide, con Helena Moreno (voz y guitarra), Patricia Huguet (voz y teclados) y Laura Núñez (voz y bajo); por su parte, Las Dianas ya reivindican su fuerza desde el propio nombre del grupo, siendo un matriarcado sureño que sigue presentando su álbum de 2024 Ya decidiré mañana —un conato de encontrarse a sí mismas sin juzgarse—.

Qué importante es, desde las salas pequeñas y ciclos de conciertos, transmitir el mensaje de que en la música también hay músicas. Me alegra que esto sea una tendencia que se aproxima cada vez más a la norma y se cedan espacios para descubrir bandas emergentes creadas por mujeres tan implicadas en la causa.

 

Montesco y Las Dianas en la Wurlitzer de Madrid

Montesco en directo: energía y elegancia ochentera

Era una cita ineludible para quien escribe estas líneas porque, por otras circunstancias que no vienen al caso, nunca coincidía bien en mi rutina la hora y el día en que la banda de Helena Moreno bajaba a Madrid.

Fue un cúmulo de sensaciones y expectativas cumplidas por fin verlas subidas a este escenario. Arrancaron una noche difícil —ellas mismas invitaban a acercarse más al escenario al público tímido de la sala—, pero resolutiva gracias a la energía que desprendían desde ahí arriba. No solo por la fuerza del ya de por sí abrumador sonido ochentero de la banda, sino por el carisma del trío femenino tomando la primera fila del escenario (e incluso bajando de él en alguna ocasión).

Sacaron muy buen partido a Sol de medianoche (Music Bus Records, 2024), el primero de los álbumes de la carrera de Montesco, en un setlist apurado de tiempo —¡es lo que tiene ser telonero!—.

Escogieron diez canciones que reflejan el caleidoscopio de hallazgos y búsquedas en su música, que cuenta con el EP Gardenias y el LP Sol de medianoche. La salsa deconstruida “Esta noche”, la pionera y sugerente “Collar de perlas” o el leitmotiv electrónico del long play en “Rojo carmesí” fueron claros ejemplos.

Cuando le llegó el turno a “Ciclón”, algo se despertó en la sala. Las diferentes capas de sonido que envuelven el tema están perfectamente entrelazadas, creando un lugar onírico que en directo se acentúa dejando la voz en segundo plano. Y el público respondió a ello.

Le siguieron “Encendido” y “Saldré a buscarte”, con sendos finales in crescendo, gracias a los solos de guitarra, que mejoraron con el sonido del directo. La versión del reconocible “Tainted Love” —último single de Montesco este 2025— hizo las delicias fan de Helena en el escenario. Su propuesta bebe mucho, sin querer ocultarlo, de la movida de los 80 en Reino Unido, y esta reinvención del tema de Ed Cobb es su forma de marcar su identidad como banda.

La electrónica, la psicodelia y el dream pop sonaron en la Wurli más fuerte que nunca, terminando con “Un lugar”, luminoso claroscuro que recuerda a “Just Like Heaven” de The Cure.

Las Dianas: actitud, complicidad y frescura

Las Dianas tuvieron a toda la sala a sus pies. Compartimentaron su bolo en cinco bloques que únicamente bajó las revoluciones cuando acabó la noche con “Ya decidiré mañana”. Ellas descendieron del escenario en un improvisado set íntimo frente al público, en acústico y con una pandereta de percusión. El dicho “menos es más” aquí se cumple.

Desde que despegaron casi espídicas —María estuvo con las piernas en el aire casi todo el concierto— con “Ya nunca me llamas”, el ritmo estuvo muy arriba porque primó el pasarlo bien con su público madrileño, que estaba entregado, y mover las caderas a ritmo de letras rebeldes con toques cáusticos como “Te quiero (lejos)”.

En otras, sin embargo, como en “Guapa, reina”, Isabel, Ana y María disfrutaron del puro placer de hacer música y, de paso, crear complicidad con sus seguidores. Por cierto, este tema guarda uno de los riffs más estimulantes que he escuchado últimamente.

“Olvídame”, “Me jode” o “Putivuelta” cogieron su turno, pero cuando verdaderamente conquistaron nuestros corazones —o al menos hablo por el público milennial que estábamos allí— fue al llegar a la versión planetaria de “Brigitte”, que grabaron para Super H (Homenaje al Super 8 de Los Planetas).

Dejando buenas sensaciones posteriores, fuimos testigos del buen hacer de dos bandas que merece la pena escuchar, no solo oír.

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