Crónica del Festival En Órbita 2022

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Crónica del Festival En Órbita 2022

“Orbitando a la moda juvenil”

La vuelta a la total normalidad tras el Covid abrió las puertas al disfrute en plenitud del fenómeno festivalero nacional. La cita granadina con el Festival En Órbita, en su quinto aniversario ha sido una buena muestra de ello, con aforos completos y unas ganas de disfrutar, bailar y cantar entre los asistentes que se palpaba en el ambiente.

Festival alejado en su cartel de la tendencia más “indie pop”, ya muy explotada y con presencia variada en otras citas, el Órbita se presentó este año con un cartel fresco y juvenil, de artistas menos mainstream, siendo así una propuesta transversal tanto en estilos musicales como en espectro de público al que iba dirigido. Papis y mamis modernos con sus hijos, adolescentes, treintañeros y puretillas fieles a las citas con la música en directo se fusionaron en el recinto de la Feria de Muestras de Armilla, que en una localización algo alejada -como por otra parte suele ser habitual-, vio algo penalizados sus horarios por el cumplimiento de la normativa municipal del ruido, en especial en la jornada del sábado cuando El Hombre Garabato abrió el cartel a las 3 de la tarde.

Con un clima afortunadamente favorable, de sol y temperaturas suaves, el festival cogió fuerza el viernes hacia las 8 de la tarde con el directo de Natalia Lacunza en el Escenario Planetario, el “king size” del festi. Con un volumen de asistentes ya notable, la joven pamplonica se metió en el bolsillo al instante a la masa juvenil, mayoritariamente femenina, que se apelotonaba en la cercanía del escenario, coreando y cantando sus temas incluso más recientes, cosa que agradó especialmente a Lacunza, que valoró muy positivamente la conexión tan bonita y sana que se estaba creando en su directo.

No había siquiera comenzado a dejar de picar el sol cuando el benjamín de los escenarios, el “satélite”, dio cabida a la actuación más desvergonzada, divertida y sorpresiva de todo el festival. Los Modelé Fatale, desplegaron sus ritmos electropunk y su divertido petardeo travestido en una puesta en escena que despertaba bailes, sonrisas y risas entre los asistentes.

Los granadinos calentaron el ambiente y pusieron la mecha para los que aún estuvieran algo fríos, sucediéndose y simultaneándose después en ambos escenarios Rulo y la Contrabanda y Karavana, propuestas muy distintas. Los segundos, que podríamos calificar de los “Strokes españoles”, desplegaron sus potentes guitarras y su sonido sucio y grave de corte muy anglosajón en un escenario que lamentablemente se vio en ocasiones penalizado por los ajustes de sonido, que jugaron en contra de algunos grupos, a los que se escuchó regular, con vocalistas muy ocultos tras los instrumentos o saturación de algunos de ellos.

La noche del viernes continuó con propuestas que siguieron siendo diversas. En el escenario grande los siete de Colectivo da Silva hicieron gala de su pop sintetizado al tiempo que en el escenario pequeño los Morreo, pareja que demuestra que a veces el Tinder funciona (se conocieron a través de la aplicación), dieron buena muestra de su pop de influencias de décadas pasadas.

La jornada del viernes cerró con otras dos propuestas distintas. Marcos Crespo, alma mater de Depresión Sonora, que con un post-punk de corte oscuro y muy personal regaló a un mermado pero interesado público asistente una de las actuaciones más personales y underground del festival. A la misma hora, y en el escenario grande, La Casa Azul ya había llenado la explanada y con un potente despliegue visual de pantallas, luces y efectos  a lo Kraftwerk o Pet Shop Boys, pusieron el broche a la jornada con su contagioso electro-pop, coreado y bailado en masa frente a ellos.

La jornada del sábado, con temperaturas algo más altas, ya auguraba un llenazo absoluto desde primera hora de la tarde, cuando podía verse desde temprana hora a los más jóvenes resguardándose del intenso “Lorenzo” sentados en el suelo en los escasos ángulos y zonas de sombra de todo el recinto. Tal es así, que en la actuación de Delaporte en el escenario grande, Sergio se protegió bajo una amplia sombrilla a los mandos de sus potenciómetros, mientras que Sandra cantaba y saltaba en tirantes secundada por un público joven y entregado a pesar de los incisivos rayos de sol sobre sus cabezas.

En el parcialmente más fresco y protegido por la sombra escenario satélite, se sucedieron propuestas alternativas como Santo Drama, Javiera Mena o las formaciones más clásicas de rock como el grupo granadino D´Baldomeros.

Carolina Durante saltaron al escenario grande cuando aún picaba el sol y demostraron que ya son una banda de peso, dando un concierto impecable y demostrando profesionalidad y saber hacer pese al calor y al horario que les tocó. Tras terminar traslado al público al pequeño, pasadas las ocho de la tarde, para ver la actuación probablemente más esperada, la de los murcianos Arde Bogotá, que por donde van dan buena muestra de su solvencia musical y de lo rápidamente que han calado entre un público cada vez más mayoritario.

Un desajuste de horarios los había situado a una hora demasiado temprana en el escenario principal, más adecuado por tamaño a su exponencial parroquia de seguidores, pero el ancho pasillo entre muros de piedra que albergaba el escenario satélite se convirtió en algo parecido a una sala de conciertos clásica, pero a cielo abierto. Ya en su totalidad a la sombra, cosa que se agradeció para poder saltar y corear los hits de la banda que se sucedieron uno tras otro. Un concierto breve pero perfectamente entendido como un chute de rock enérgico y contagioso, que los asistentes, mayoritariamente treintañeros (y unos cuantos cuarentones), disfrutaron sin dejar de cantar ninguna canción. 

 

Ya entrada la noche, y tras la actuación en solitario de Sen Senra, la fiesta y el carácter lúdico y con sabor a festival grande se quedó en el escenario Planetario donde La M.O.D.A. primero, y en especial Ladilla Rusa después, hicieron despliegue de un repertorio de temas que inundaron todo, poniendo el broche final a un festival disfrutable, ecléctico, de amplio espectro de asistentes en edad y gustos musicales, pero con un denominador común que ya es habitual en las convocatorias festivaleras: aquí la gente ha venido a pasárselo bien.

 

@fernando_cobo

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