EL HAMBRE INVISIBLE: el libro de autoayuda de Santi Balmes.

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Hace unos meses inauguramos una sección de crítica literaria. Nuestra intención era trasmitir opiniones, siempre fundadas obviamente, sobre aquellas obras que naciendo de un entorno que es el nuestro, es decir, la música (y dentro de ella, esa que a vosotros y nosotros nos gusta, no la otra…you know) os pudieran interesar y en las que os pudieramos orientar, disuadir o persuadir de haceros con un ejemplar.

Hoy le toca el turno a “El Hambre Invisible”. ¡Tra Trá!

Para empezar, decir que he venido a contaros que el señor Balmes se ha escrito un libro de autoayuda. Que diréis, a ver, el verbo escribir no es reflexivo. Cierto. Pero en las manos (o, mejor dicho, en los dedos) de Balmes se convierte en reflexivo y más allá, en recíproco. Me explico.

El hombre por lo visto necesitaba sacar, a modo de terapia, todo aquello que ha hecho de él quién es hoy en día: lo bueno, lo malo y lo peor. Diría que no como un fin en sí mismo sino como un camino a través del cual exorcizar la culpa y encontrar la paz. No lo hace relatando hechos concretos ni situaciones reales, sino que se sirve de las sensaciones, sentimientos y motivaciones que, en cada época de su vida, en cada uno de sus ciclos, han definido su ser y le han otorgado la piel de diferentes personajes.

Estas memorias no describen la vida de un hombre a través de una línea temporal. Lo hacen a través de una docena o más de personajes y a partir del accidente de uno de ellos, un funambulista que se precipita al vacío y a tiempo real en el interior de la carpa de un circo. No tardamos en descubrir que el circo no es tal, sino una sala de conciertos y que el funambulista no es Román Spinelli sino Balmes pegándose el ostión de su vida entre los aplausos de una jauría de seguidores que jalean el “más difícil todavía” en que concierto a concierto se ha convertido su existencia. Una existencia carente de sentido cuando su musa, Edith, le ha largado de casa y su motor creativo, el Hambre Invisible, parece haberse esfumado también.

Es entonces cuando, tendido en el suelo, sintiéndose solo y perdido, acuden a rescatarle una panda de individuos que no son más que sus distintas personalidades: el joven y soñador Halley, el treintañero frustrado, depresivo y Perturbado, el libidinoso y sexualmente insaciable Líbid, el músico Psiconáuta de eterna gira, el fumeta Román Augustus a la Finas Hierbas, el gracioso infeliz Román Feliz, el cincuentón burgués Román Bourgeois, el mago de las palabras Román Todas, el músico engullido por su ego y el que le guiará junto con todos ellos, el fiscal de la Culpa, el inquisitivo e inquisidor garrote de la Ley y el Orden, de la Culpa y la Castración: Román Couso, hasta su ciudad interior, hacía dentro de su psique, allí donde los alter egos conviven: Bruma.

Y ya lo tenemos. Un barullo de gente, una ciudad oscura cubierta de una niebla espesa en la que las vergonzantes almas del deseo, la pasión, la tristeza y la autocompasión de Balmes se esconden y avergüenzan de su culpa, mientras que las sociables y gráciles identidades del cantante de Love of Lesbian deambulan con algo más de libertad. Y donde el fantasma del niño Balmes vaga perdido en un suelo, ni urbanizado ni urbanizable, sino digno de un holocausto nuclear.

Entrevistándose, analizando y perdonando al fin a cada una de sus diferentes personalidades, Balmes o en este caso el Equilibrista, trata de encontrar el equilibrio ansiado y la tranquilidad de conciencia que le permita volver a conectar, amar y ser amado por la musa Edith y reencontrar el duende de su creatividad.

¿Y qué más puedo añadir?

Personalmente, no esperaría nunca de la vida, pero never ever, unas memorias al uso del señor Balmes. Imposibol del tó, como diría aquella. Esa parte, por mi parte, no atacable por ninguna parte.

Habrá quién dirá que menudo caos, menudo loco y menudo follón. PARA NADA. Santi ordena, organiza y clasifica su interior que muy mucho quisieran algunos, pero más allá, que mucho quisieran idear algunos. Porque esto son unas memorias, pero también una novela. Una novela bien hilvanada y bien relatada. Pero ay! no todo es siempre perfecto y en ocasiones la lectura de El Hambre Invisible se hace demasiado tediosa y las divagaciones algo largas. Dicen que el discurso, político o de cualquier clase, cala hondo y perdura en la mente del receptor cuando dura un minuto, más ya es redundante y provoca desconexión. Pues eso.

Remarcar también que hay algunos capítulos de una genialidad absoluta: Estación Enlace 22 “Fidelus” y Estación 24 “El Vacío Original”. En el primero, dos personajes anónimos y algo ebrios (no psiques de Balmes en este caso) mantienen una conversación en el interior de un pub irlandés acerca del concepto de fidelidad. Absolutamente de acuerdo con la clasificación en cuatro grandes grupos de aquellos que se autodenominan “fieles” con especial mención al cuarto grupo, “los avaros emocionales”, y triple estrella para el concepto de “multináusico”.  Y el segundo, el capítulo 24, en el que, desde la radio oficial de Bruma, Radio Inconsciente (esa capacidad de Balmes para dar el nombre adecuado al concepto perfecto…jaja) una mesa redonda de contertulianos opina sobre los hechos retransmitidos por un corresponsal desde el epicentro de un violento enfrentamiento entre dos bandos congregados en una de las plazas de Bruma: Club de Fans de la Culpa y Vecinos del Barrio Rojo (a favor y en contra de la impulsividad y el libre albedrío). Grandes expresiones como “si tuviera el coraje de mi polla me adjudicaría todo tipo de misiones canallas” “en un adicto no verás dispersión, hay constancia y mucha dedicación” (Psiconáutas “El Poeta Halley”), “yo no tendría que ir a la cárcel, pero mis ideas, sí”.

Podría seguir y seguir…podría hablaros de las constantes referencias a letras de Love of Lesbian (o ¿acaso las canciones nacen del libro?), de la tendencia narcisista que transpira toda la lectura, de la idea de soledad, de pareja y de la abnegación femenina desinteresada e innecesariamente agradecida…pero eso lo podéis descubrir vosotros mismos ya que de eso se trata también esta novela, del “do ut des”. Balmes nos da con su vida el camino para entender la nuestra. Si queremos, claro, que el hombre no obliga, solo cuenta su manera de verlo.

EL HAMBRE INVISIBLE (Santi Balmes, 2018)

  • Nº de páginas: 448 págs.
  • Editorial: PLANETA
  • Ilustrado por Sergi Mora

 

 

 

Mercè Fajardo

 

 

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